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Institucional

Covid/ El amor al prójimo

Sistema de Medios Públicos
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Autores/*Analía A. Cacciari; Horacio G. Martinez

Los efectos de la pandemia del COVID caen sobre todos los habitantes del planeta: contagios, muertes, encierros prolongados, expectativas frustradas una y otra vez. Como todos, nosotros también padecemos esas consecuencias. ¿Qué podríamos aportar como un elemento de debate sobre el tema y sus implicancias, que no resultase una queja o una arenga? ¿Qué podríamos rescatar como aporte desde las disciplinas y los discursos científicos que nos sirven de marcos de referencias en nuestras investigaciones?

El disparador de este artículo fue la brecha abierta en la opinión pública a partir de la llegada de lo que se dio en llamar “segunda ola”, es decir, un incremento de contagios a partir de la aparición de nuevas variaciones o cepas del virus. Brecha que enfrenta a los que expresan su preocupación ante los aumentos de contagios y sus deseos de ampliar los cuidados, frente a los que no están dispuestos a resignar sus libertades personales. El Psicoanálisis ha producido conceptos y argumentos útiles para pensar los fenómenos centrales del campo social. En dos textos capitales, Freud logró delimitar la estructura de la masa a partir del fenómeno psíquico de la identificación y de la función del Ideal del Yo, y por otra parte logró ceñir el elemento que genera malestar en los seres humanos a partir del momento en que viven en comunidad y aceptan las exigencias éticas y culturales. El primer elemento permite explicar la polaridad de opiniones (ese fenómeno que en nuestro país se denomina “grieta”): los seres hablantes nos identificamos con otros y creamos masas estables a partir de elementos capaces de coligarnos, no racionalmente, sino libidinalmente.

Recordemos que un Ideal para el Yo puede ser tanto un líder como una idea (por ejemplo, la de solidaridad, o la de la libertad individual como valor máximo a defender), y es eso lo que “amamos” y por lo que nos ligamos a otros de los que suponemos un sentimiento similar. La segunda requiere detenernos en algunos de sus detalles. Tomemos por ejemplo la proclama libertaria. Respecto a ella, Freud (1930) es taxativo: Boletín del C.I.S.I.C. Nro. 1/ Mayo 2021 9 La libertad individual no es un bien de la cultura, pues era máxima antes de toda cultura, aunque entonces carecía de valor porque el individuo apenas era capaz de defenderla. El desarrollo cultural le impone restricciones, y la justicia exige que nadie escape de ellas. (3037) La tesis de Freud afirma que la cultura surge como un sistema de coacción de las apetencias individuales, sobre todo de aquellas que tienen por meta la destrucción del prójimo. De allí que dedique todo un apartado al análisis del mandamiento de “amor al prójimo”.

Al aproximarnos al mismo desde una posición “ingenua”, es decir, desprovista de prejuicios, Freud demuestra que, lejos de despertar nuestro amor, el prójimo, en tanto extraño, despierta nuestra desconfianza y hostilidad. Ante esta reacción, una voz solemne nos advierte: “precisamente porque el prójimo no merece tu amor, debes amarlo como a ti mismo”. Esa voz, que para un creyente sería la voz de su dios, para Freud será la voz de la conciencia moral, del superyó, creado por la cultura a partir de la introyección de nuestros impulsos agresivos, ahora dirigidos contra el propio yo.

La cultura entonces engendra malestar en la medida en que se sostiene de las prohibiciones que hace recaer sobre todos los seres que la habitan, y se alimenta de los impulsos coartados en su fin que terminan siendo sublimados o directamente aplicados como insumos del aparato represivo. Y esto es así en cualquier sociedad, en circunstancias “normales”. La guerra, una catástrofe natural o una pandemia modifican sensiblemente los equilibrios de este dinamismo cultural. Por amor al prójimo, pero sobre todo por temor a la muerte, aceptamos de buen grado encerrarnos en nuestras casas magnificando las tareas de higiene. Pero, más tarde o más temprano, las exigencias pulsionales nos conflictúan. Y a ello hay que agregar, lamentablemente, la gran labor de amplificación del malestar que realizan los medios de comunicación y los partidos de la oposición, que aprovechan el desasosiego público para criticar las medidas que toma el gobierno.

En ese contexto: ¿a quién debo obedecer? ¿A mis propias pasiones que buscan expresarse sin freno, o a una razón que intenta imponerse en nombre del bien común? En el texto que venimos comentando, Freud se pregunta si no está justificado diagnosticar a una época cultural como “neurótica” cuando sus integrantes se ven sometidos a ambiciones culturales desmedidas.

El psicoanálisis no es una ética, ni tampoco una concepción del Universo: acompaña al sujeto hasta el umbral en donde debe tomar una decisión relativa a su acto. En el trayecto previo, lo hemos ayudado a delimitar y ponderar los elementos en juego en el conflicto que lo aqueja. ¿Pero quién podría imponer a las masas una terapéutica acorde con la neurosis que la aqueja?

Bibliografía Freud S.:(1930/1972) El malestar en la cultura. (Obras Completas. Biblioteca Nueva. Madrid)
*Analía A. Cacciari es Profesora Titular de “Desarrollos del Psicoanálisis” y Profesora Adjunta de “Psicopatología” en la Lic. en Psicología (UNMdP). Investigadora del Grupo “Psicopatología y Clínica”.
* Horacio G. Martinez Titular de “Psicopatología” y Profesor Adjunto de “Desarrollos del Psicoanálisis” en la Lic. en Psicología (UNMdP). Investigador del Grupo “Psicopatología y Clínica”.
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