Compartimos un repaso por el camino recorrido por La memoria que habitamos, la película sobre Silvia Filler, a un año de su estreno. La memoria puede ser sólo la evocación de un pasado lejano o puede, también, ser un lugar, un espacio; el sitio en el que nos paramos para pensar el presente y proyectar el futuro.

*Por Dirección de Contenidos Audiovisuales UNMDP

La memoria puede ser sólo la evocación de un pasado lejano o puede, también, ser un lugar, un espacio; el sitio en el que nos paramos para pensar el presente y proyectar el futuro. Algo de esto fue lo que acompañó toda la etapa de gestación y realización de La memoria que habitamos. Pero no fue sino hasta el estreno en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, y durante todo este año de proyecciones, que pudimos confirmar esta potencia. Fue conmovedor recibir las devoluciones de un público -de una comunidad- que llenó las salas en donde se proyectó y abrazó con su presencia, no sólo a una película, sino a Silvia Filler, a su memoria, a la fuerza de sus hermanas y celebró, de esta manera, que la Universidad Pública rindiera, con tanto compromiso, un homenaje cinematográfico a una de sus estudiantes, emblema del compromiso de toda una generación.

A un año del estreno, en el 52 aniversario del crimen de Silvia y en los albores del fin de año, es inevitable un balance. Lo primero que hay que decir es que no es común que una Universidad se comprometa en la producción de proyectos cinematográficos. Si esta película existe, fue porque se combinaron una serie de elementos claves en un momento determinado: el impulso y el deseo de hacer cine de los trabajadores de la Dirección de Contenidos Audiovisuales de la Universidad, la decisión política de la Secretaría de Comunicación y Relaciones Públicas de producir el primer largometraje de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP) y, a través de éste, sostener y potenciar el compromiso de nuestra institución en materia de Derechos Humanos. A esto hay que sumarle la conmovedora y amorosa entrega de Lila y Marta Filler para el salto al vacío que significaba entregarse a un documental que les proponía abordar un tema tan sensible para ellas. Por último, el entusiasmo de los y las estudiantes del Colegio Nacional Arturo Illia y el compromiso de la institución. Sin cualquiera de estos elementos, esta película no hubiera sido posible.

La memoria que habitamos es un viaje al pasado, hacia la reconstrucción de un crimen que cambió nuestra historia, en el año en el que la violencia política dio el salto irreversible. Un crimen que Julio Cortazar incluyó en El libro de Manuel, que motivó a Victoria Ocampo a escribir una carta inédita, que desató un marplatazo y que marcó la vida de toda una generación.

Como sabemos, el homicidio de Silvia, cometido el 6 de diciembre de 1971 por la Concentración Nacional Universitaria (CNU), nunca fue juzgado por tribunales argentinos. Ocurrió que, en medio de la investigación judicial, sus perpetradores fueron favorecidos injustamente por la amnistía de 1973. No obstante, con el tiempo y gracias a la reapertura de los juicios, se logró juzgar a los integrantes de la CNU por el resto de sus crímenes. Todos los delitos y asesinatos que cometieron entre 1974 y 1976 fueron considerados de Lesa Humanidad, hecho que posibilitó su juzgamiento. La UNMDP fue querellante en estos juicios en los que muchos de los responsables de esta organización criminal recibieron sus merecidas condenas. En este sentido, podríamos decir que existe una relación entre la Universidad querellante de los juicios y la Universidad productora de La memoria que habitamos. El cine funcionó, en este caso, como la continuación por otros medios del compromiso de la UNMDP con el Nunca Más.

En estos doce meses, la película recorrió muchas salas y fue vista por más de 4500 espectadores. Se estrenó en la 37° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata con tres funciones a sala llena en el Teatro Colón y el Paseo Aldrey. Fue seleccionada en competencia oficial en el 2° Festival Internacional de Cine del Fin del Mundo en Ushuaia, donde ganó el premio al Mejor Guión. Participó del III Festival Internacional de Cine Documental DOCA de la ciudad de Buenos Aires, en donde ganó una mención especial y el premio Lenguas Vivas. Fue parte del Festival de Cine Argentino de La Plata, del 20º Festival Tandil Cine, en donde obtuvo una mención especial del Jurado de la Facultad de Arte (UNICEN), también formó parte del 10º Festival “Leonardo Fabio” de Bolívar, donde obtuvo otra mención especial. Más recientemente, estuvo en Competencia Oficial del 38° Festival de Cine Ibero-Latinoamericano de Trieste, Italia, lo que inauguró una serie de proyecciones europeas, que incluyó dos funciones en la Universidad Complutense de Madrid, una en la Universidad Politécnica de Catalunya y otra en el Centro Civic Pati Limona de Barcelona.

También fue proyectada en el Espacio INCAA MDP con cuatro funciones a sala llena y en el Espacio INCAA de la Ciudad de Formosa. En el ámbito universitario, tuvo varias proyecciones en el Aula Magna María del Carmen Coca Maggi, en el Colegio Nacional Arturo Illia, en la Facultad de Ciencias Agrarias y en los Centros de Extensión Universitaria de Santa Clara del Mar, Villa Gesell, Miramar y Balcarce.

Por último, realizamos proyecciones especiales en Instituciones Educativas de nivel secundario y terciario, en Centros Culturales y Museos de Mar del Plata y del territorio de la Provincia de Buenos Aires. La serie de proyecciones en ámbitos educativos de este año se cerró en la Sala Astor Piazzolla del Teatro Auditorium de Mar del Plata, con dos proyecciones especiales colmadas de estudiantes, en coordinación con la comisión de Derechos Humanos del Consejo Escolar del Partido de General Pueyrredon.

En las proyecciones hemos tenido la oportunidad de dialogar con el público. Por la diversidad de espacios, todas aportaron miradas diferentes resultando sumamente enriquecedoras. De las proyecciones en donde estuvieron presentes miembros de la comunidad marplatense o de nuestra Universidad, recogimos nuevos aportes de parte de espectadores que habían sido, también, testigos directos del crimen. A su vez, nos compartieron la sensación de que La memoria que habitamos ayudaba a “armar el rompecabezas” de una historia que parecía haber quedado trunca o incompleta. De las proyecciones en festivales nacionales e internacionales, recibimos la valoración de jurados y colegas realizadores y realizadoras de distintos ámbitos que nos hicieron tomar conciencia del carácter universal de la historia de Silvia y de la potencia que nos brinda el discurso cinematográfico. De las proyecciones en colegios secundarios, nos trajimos la idea de que es posible tender puentes generacionales, de que las adolescencias conectan perfectamente con este tipo de relatos y que pueden verse reflejados en los estudiantes que en la película encarnan a la generación de Silvia y “pasan por el cuerpo” la historia que, hasta ahora, sólo habían leído o escuchado.

La memoria que habitamos va a seguir su recorrido por Festivales, Espacios INCAA y proyecciones institucionales. Además, este 2024 será el año en que podremos ya compartirla en la Red Federal de Medios Públicos, la Red Nacional Audiovisual Universitaria, la Asociación de Televisiones Educativas y Culturales Iberoamericanas y ponerla a disposición de todos y todas en Cine.ar, la plataforma del cine argentino.

Mientras soñamos y desarrollamos nuevos proyectos, afirmados en los aprendizajes que nos deja esta gran experiencia, esperamos poder seguir compartiendo historias a través del cine, generando más intercambios, que es también un modo de seguir generando comunidad y, en estos tiempos más que nunca, de seguir sosteniendo en alto las banderas de la Universidad Pública, del Cine Argentino y del Nunca Más.